Recorrer París de noche en el año 1944 era una empresa peligrosa. Hay toque de queda en la ciudad ocupada por los alemanes. Sin embargo, esto no desanima a los que acuden a Colonels Renard, en el apartamento del señor Gurdjieff, para reunirse con su maestro. Hombres y mujeres de trayectorias bien diferentes: jóvenes o mayores, principiantes o experimentados, escritores o médicos, todos atraídos por esta enseñanza. Conocen la realidad de la guerra, pero con Gurdjieff entablan una lucha completamente diferente. En Encuentros con hombres notables, Gurdjieff evoca su juventud y sus viajes con sus compañeros, los Buscadores de la Verdad, con los cuales va tras las fuentes de un conocimiento antiguo. En 1912 se dirige a Moscú y en 1915 a San Petersburgo, con el objeto de convocar a personas que deseen consagrarse a esta búsqueda. En 1917, ante la inminente revolución, se ve obligado a partir hacia el Cáucaso con algunos de sus alumnos. Tras pasar una nueva serie de pruebas, muchas veces atrapado entre las fuerzas zaristas y el ejército rojo, termina por instalarse en Tiflis (Tbilisi). Es allí que Gurdjieff comienza a poner en práctica las danzas sagradas, llamadas a ser una parte integral de su enseñanza. Durante este periodo, el compositor ruso, Thomas de Hartmann, le presenta a Gurdjieff a Jeanne de Salzmann, una joven pianista y profesora de danza. Ella percibe de inmediato que el conocimiento de Gurdjieff corresponde con su necesidad más profunda. Se convierte en la alumna en la que siente más confianza y que, debido a su comprensión, permite que la enseñanza continúe y se extienda hacia las generaciones actuales. El avance de la revolución rusa obliga a Gurdjieff a dejar Tiflis y dirigirse hacia Constantinopla. Desde allí visualiza establecer una base estable en Europa para sus actividades. Después de intentos en Berlín y luego en Londres, decide instalarse en Francia y abre el Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre en Fontainebleau, cerca de París, el cual atrae nuevos alumnos cuya mayoría son ingleses y estadounidenses. En 1924, después de un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, Gurdjieff se consagra a la tarea de escribir una serie de tres libros titulada Del todo y de todo, cuya obra maestra es Relatos de Belcebú a su nieto. Al estallar la guerra en 1939, a pesar de la invitación de sus alumnos norteamericanos a abandonar Francia, decide quedarse en París. En 1941 Madame de Salzmann, quien había continuado el trabajo con un pe